lunes, 24 de diciembre de 2007

Navidad


Imagen sacada de DeviantArt, autora: Dominique LaRouge. Nombre: Wicked Armand


Dios, cómo pasa el tiempo, este blog ya tiene más de un año!! Quiero desearos unas felices navidades como sólo yo sé hacer, con una de mis historias, espero que esta vez tenga un buen final (mi especialidad es la crueldad de la vida qué queréis que le haga *se encoge de hombros*)

Camino por la calle acompañada por un amigo, las luces navideñas iluminan con su neón azulado mi camino, es de madrugada. Entramos en un pub que no conozco, aunque, bueno, es normal que no conozca la vida nocturna puesto que a mí me encanta quedarme en casa y leer un buen libro si he de pasar la noche en vela en vez de salir arriesgándome a un resfriado.

Pero, bueno, esta vez es diferente, es Navidad, no hay nadie en casa y lo único que me espera allí son las Crónicas Vampíricas, que ni siquiera son mías, los libros están sacados de la biblioteca de la ciudad o prestados por ese amigo que me acompaña. Entramos, el pub nocturno en cuestión se llama "Chateâu del Loire" y, si bien, la decoración exterior es similar a la de un castillo en su interior resuena una música sosegada y moderna, lo cual me parece extraño.

Nos sentamos el uno frente al otro en la mesa de madera de roble pulida, los asientos del mismo material lacados en dorado y los respaldos de terciopelo rojo almohadillado, no sé porqué pero tengo la sensación de que son muy antiguos, acaricio la madera con mimo y mi amigo me observa, esos ojos marrones tan relampageantes, y a la vez tranquilos me encantan tanto como los temo.

Susurró un débil: "¿Qué?" y él niega suavemente con su cabeza, agitando su pelo oscuro con un gesto desinteresado en el proceso, nunca salgo de noche pero, a pesar de todo, este hombre me fascina, sólo le he visto de noche, apareció un día ante mi puerta pidiéndome cobijo, lo cual es normal viviendo en un hostal. Llevaba un gran baúl, eran las tres de la madrugada y le dejé quedarse, fascinada como estaba por sus ojos.

Me pregunta qué quiero tomar, le pido un San Francisco, es un cóctel que me encanta porque no lleva alcohol y tiene ese suave toque de la naranja que hace que desee disfrutarlo hasta la última gota, Armand, es así como se llama mi amigo, sonríe y me pregunta que si no me gusta el alcohol o es que no quiero perder el dominio frente a él, sonrió coqueta y le respondó con voz suave: "Un poco de las dos".

Suelta una carcajada, me encanta ese deje gutural que emite su voz al reír, por ese profundo acento francés que tiene al hablar, observo sus dientes blancos y su piel pálida. Cuando me entrega la copa le toco los dedos, su mano está fría, helada diría yo, Armand sostiene mis manos con delicadeza, mi sangre siempre cálida, se las acerca y las besa con delicadeza.

Lo que ha hecho me sorprende tanto que he hecho intento de echarme contra el respaldo de la silla pero me retiene, guía mis manos hasta sus mejillas tiernamente, el contacto refrescante hace que suspire me siento mareada y con una especie de nudo en el estómago, las emociones me desbordan no me gusta sentirme así pero él no deja que me aparte.

"No eres capaz de sustentarte por ti misma, cherrie, si no fuera por eso no dudaría en transformarte" lo miró confusa, sus dedos acaricían mis manos y yo ya no lucho por huír.

"Transformarme en qué? No te entiendo" y si bien es cierto temo que las señales que vi antes sean lo que temí.

"En un ser como nosotros, ma pettite femme, en un vampiro", siento miedo, él también, lo veo en su expresión serena, quiero huír pero no quiero, me siento confusa y al mismo tiempo tan lucida que me da miedo, me toma entre sus brazos, no sé cuándo se ha levantado ni qué hace a mi lado sólo veo los ojos rojos de la gente del pub, son todos vampiros, mi corazón se acelera cuando los dientes de Armand atraviesan mi piel, sin poder aguantar más en pie, me desmayo.

viernes, 21 de diciembre de 2007

Lluvia

Esta lloviendo, siento en mis huesos la humedad del ambiente, no sé el porqué pero la lluvia me pone meláncolica, suspiro mientras la veo caer, ora fuerte, ora débilmente, escucho el viento que azota las persianas con fuerza, se mueven con un extraño ruido metálico.

Me asomo y veo como la vecina de al lado se apresura en llegar al portal colocando torpemente la llave en la cerradura luchando inútilmente (pues ha acabado empapada) con el paraguas y la lluvia, resuena un trueno a lo lejos, apenas he llegado a vislumbrar su luz eléctrica pero a sonado muy cerca.

El parque que se ve desde mi balcón me muestra que ya esta anocheciendo, ese color anaranjado mezclado con la gris y uniforme capa de agua me encanta, se me escapa una sonrisa las losas blancas están empapadas y adquieren un color mate, un charco se acumula en la calzada, una niña camina lentamente con el paraguas cubriéndola suavemente, lleva el pelo suelto, es largo y se le está encrespando con la humedad, un deportivo rojo pasa a toda velocidad creando una gran ola de agua que tira al suelo a la niña, está empapada y confusa.

En ese continuo fluctuar de gente, me detengo a ver a un hombre, un hombre de pie bajo la lluvia, con una expresión serena a pesar del agua helada que le caía encima, otro rayo hace brillar la calle entera, me recorre un escalofrío cuando la luz se va en mi edificio, la calle también esta a oscuras, noto como ese hombre me mira allí fuera.

Puedo ver su cara, un leve reflejo blanquecino que refleja su palidez natural, ojos negros, una mancha blanca en la oscuridad, un brillo tenebroso y amenazador su mirada refleja la muerte misma, la luz de las farolas se prendé de pronto, sorprendiéndome, allí donde antes estaba ese hombre no hay nada, me aparto bruscamente de la ventana. Estoy sola en casa así que enciendo la televisión y miró durante largo rato a los ojos de Luca mi gato, sus ojos amarillos e inteligentes, y su pelaje negro y sedoso que no me canso de tocar, se sienta sobre mi regazo dándome el calor que necesito, porque se me ha helado la sangre.

Diría que lo único verídico en este relato son los ojos de Luca, de hecho, es un gato negro que tuve hace tiempo, lo recogimos de la calle, y, de hecho sus ojos amarillos eran lo que más amaba de él, me queda mucho sola en casa y él me hacia compañía durmiendo conmigo en mi misma cama, creo que si hubiera sido un ser que se transforma en humano me habría enamorado de él xDD.

Noche extraña

Camino por la calle desierta, no es que sea una avenida poco concurrida, es que a estas horas nunca pasa nadie, las estrellas brillan, la luna está llena, es tan redonda y bonita, me fascina su belleza, las nubes se tiñen de rojo y, en consecuencia, la luna también, sé que es un mal presagio pero sigo andando.

La puerta del portal está abierta, oigo voces, me asomó al interior pero no veo a nadie, esto me pone la piel de gallina, todo está en silencio, demasiado silencio.

Puedo sentir mi propio corazón resonando, la sangre recorriendo mis venas, el sudor que ha aparecido de pronto en mis manos, mi respiración se agita, no me atrevo a seguir avanzando en la oscuridad, busco el pulsador lentamente. Me he quedado paralizada, algo me ha rozado la mano, que mantengo apoyada en la pared.

Tragándome el miedo que me absorbe por momentos pulsó el botón, y la luz se enciende, frente a mí no hay nadie, pero juraría que en la oscuridad vi unos ojos rojos mirándome con ansías, con hambre. Subo al primer piso por las escaleras, el edificio ya no me parece tan turbante, la puerta está abierta. Por un momento tengo miedo de que hayan venido a robar y aún esté alguien dentro.

No estaba preparada para lo que vi, había dos cuerpos, desangrados hasta la muerte con sendos cortes en el cuello, sus ojos estaban abiertos, las pupilas dilatadas, sus mandíbulas desencajadas con una horrenda expresión de dolor. En la pared, escrito con sangre:

"Le prometí a tu hermano que cuidaría de ti, pero no sé cuanto soportaré no poder tenerte, mi amada Claudia.

Seumas"

La mención a mi hermano mayor, Sirius, que me dejó sola con siete años tras la muerte de nuestros padres a cargo de unos familiares hizo que el corazón me diera una punzada cruel en el pecho, recordé los ojos rojos que me pareció ver hacía unos instantes, y caí de rodillas al suelo, manchándome la falda de raso blanco con la sangre de esos dos hombres desconocidos: "Seumas" repetí haciendo eco a mis pensamientos.

Como se nota que me estoy leyendo las cronicas vampíricas, ojalá se me quedé el matiz super descriptivo que tiene esta mujer que hace que me enamore cada vez más de ella y de su modo de imaginar las cosas